Acerca o alejos de mí te contaré que NO soy muy bueno jugando al golf.
Ya sabes, eso de que de vez en cuando mandas la bola a orbitar un rato (por no decir otra cosa) con los satélites de Elon Musk.
Toda esa caca del hándicap de dos cifras y blablabla.
Pero tengo un secreto:
Me encanta jugar al golf.
Me lo paso teta. Si pudiera por tiempo, jugaria 36 hoyos al día.
Te cuento cómo llegó el golf a mi vida cuando menos lo buscaba pero cuando más lo necesité.
Sí, has leído bien, el golf se necesita. Cuando te gusta algo, intentas permitírtelo. Si es parte de aquello que eres, identificas lo bueno que eso es para tí y lo incorporas. Obviamente hay una barrera de entrada, pero no es económica, aunque muchos te dirán que sí y caerán en el prejuicio y el estereotipo.
Es una barrera mental.
La misma barrera mental que destrozó Seve golpeando bolas contra una red dentro de un establo para entrenar, usando su único hierro 4 como equipo, o practicando en la arena de la playa, o saltando la cerca del campo de golf de Pedreña las noches en que la luna era lo bastante llena como para iluminar el campo.
Empezé ni pronto ni muy tarde y en una etapa difícil, esa dificultad que comparte la vida con el Golf. En un bautizo organizado por un amigo, como un cabo que te echan cuando andas algo naufragado. Esto es, El juego, no sólo un deporte. The Game.
No pretendo adoctrinar. Si quieres una biblia del golf, las 5 lecciones del bueno de Ben Hogan.
No te voy a dar «5 rápidos pasos/trucos» para jugar el doble de bien en 10 minutos, si es eso lo que buscas te sugiero que dejes de leer esto, agarres tu bolsa de palos y muevas el culo en dirección a tu instalación y profesional más cercanos.
Pretendo comenzar esto como una guía para el comprador de bolas de golf. Construyamos una comunidad entorno a eso y vayamos todo lo lejos que queramos juntos.
Estamos en el tee del 1 y te concedo el honor. Bienvenido a Bolas.golf!
Dani.